viernes, 14 de enero de 2011

La Mística de la Feminidad - Betty Friedan

RESUMEN

La Mística de la feminidad, pone en el tapete el objetivo de Betty Friedan, conocer los motivos por lo que las mujeres norteamericanas a finales de los años 50 y comienzos de los 60, habían vuelto asumir el rol de ama de casa. No podía creer que después de tanta lucha de mujeres y los avances logrados, las mujeres habían aceptado el viejo modelo.

Su trabajo comienza realizando entrevistas a mujeres, dialogando con ellas temas cotidianos y ahí surgen sentimientos de vacío, inconformidades, insatisfacciones que las propias mujeres no podían definir.

Al transponer todo el estudio que había hecho Friedan, da una respuesta a ello y dice que el problema tiene un nombre y se llama personalidad. Las mujeres habían perdido su personalidad y estaban sujetas a patriarcado.

Lo que para ella era algo no creíble era que estas mujeres hayan vuelto a un modelo antiguo de vida y comienza su estudio en otra línea, conocer el porqué de ese retorno a la sumisión y descubre que los sicoanalistas y sociólogos habían interpretado los conceptos de Freud, de una forma textual, sin tomar en cuenta que el estudio freudiano había sido en otra época y otro contexto. Sin embargo también deduce que no fueron ellos los que habían cambiado la mentalidad de dos generaciones sino habían sido los editores de revistas, directores que habían hecho gala de esta teoría, aplicándola en los medios a través de publicidades, mostrando estereotipos de mujeres con el objetivo de ser imitados.

INTRODUCCIÓN

Betty Friedan, nació el 4 de febrero de 1921 en Peoria, Illinois (Estados Unidos), cursó estudios en el Smith College (Massachusetts). En 1963 publicó “La mística de la feminidad”, siendo ganadora del premio Pulitzer en 1964. Este libro fue muchas veces comparada con el “El segundo sexo” de la feminista francesa Simone de Bauvoir[1], escrito en 1949, por la fuerza y capacidad de penetración en los lectores.

La mística de la feminidad es un libro donde se estudia a las mujeres norteamericanas, 15 años después de la segunda Guerra Mundial, cuando después de grandes luchas y logros conseguidos, vuelven a ocupar la vieja “profesión” de amas de casa.

Basándose en métodos cualitativos como la entrevista y la observación, Friedan comienza su investigación con su público objetivo, mujeres de la época, hablamos de fines de los años 50 y comienzos del 60, surge, lo que la autora denomina “el problema que no tiene nombre” Se genera en las mujeres insatisfacción y frustración al verse entre cuatro paredes, esclavizadas y restringidas. ¿Pero qué habría podido pasar con las mujeres para que vuelvan a cumplir los roles por los que tanto habían luchado? Esa fue la gran labor de la autora, descubrir el problema que afectaba estas mujeres norteamericanas.


El problema que no tiene nombre

Quince años después de la segunda Guerra Mundial, (finales de los 50 y comienzos de los 60) las mujeres norteamericanas habían convertido sus vidas en lo que muchas personas llamarían, el ejemplo de una familia. Sin embargo muchos han sido los síntomas que se han generado en el largo trajín de la cotidianidad. Para Friedan, es el problema sin nombre, pero… ¿qué podría no tener nombre? Es lo que muchas mujeres no podido responder ante su estado de ánimo, definiéndolo como frustración, desgano, cansancio, vacío, entre otras sensaciones.

Eran madres y esposas abnegadas, subyugadas a un ser masculino y cumpliendo el rol dispuesto por una sociedad patriarcal, con las comodidades necesarias, el sueño dorado de las mujeres, es más, el sueño de todos los padres y madres, cumplir la meta: el matrimonio y los hijos, sin embargo algo faltaba en la vida de estas infelices amas de casa.

Al parecer el hecho de ser amas de casa y dedicarse a las labores cotidianas habría generado una crisis emocional, independientemente de los problemas hormonales, depresiones postparto o menopausia, era algo más profundo, un deseo por ser algo más.

Feliz ama de casa – una heroína

En 1939, las heroínas de las novelas eran las mujeres, menos agresivas a la hora de buscar hombres, con decisión, en 1949 las revistas comentaban de la mujer moderna, pero “El sexo perdido” que se publicó en 1942 de Farnham y Lundberg decía que las carreras y la educación superior de las mujeres estaba llevando a la masculinización con graves consecuencias para el hogar.

“La mística de la feminidad afirma que el valor más alto y la única misión de las mujeres es la realización de su propia feminidad. Asegura que esta feminidad es tan misteriosa e intuitiva y tan próxima a la creación y al origen de la vida, que la ciencia creada por el hombre tal vez nunca llegue a entenderla. Pero por muy especial y diferente que sea, no es en manera alguna inferior a la naturaleza del hombre; incluso puede que sea, en algunos aspectos superior”[2].

Esta mística de la feminidad se extendió, conceptos engañosos que afirmaba que el valor de la feminidad y la única misión de las mujeres era la realización de su propia feminidad, inferior a la del hombre, aquí se afirmaba que las mujeres envidiaban a los hombres y querían ser iguales en vez de aceptar su propia naturaleza, encontrar la total realización en la pasividad sexual, sometimiento al hombre y crianza de los hijos. Volviendo a su profesión de “ama de casa”.

El nuevo modelo, ofrecía el viejo modelo, en 1949 la realización de una mujer estaba definida y tenía nombre, ama de casa = madre de familia. Todo fue quedando en el olvido, la lucha, el sueño de querer volar con alas propias, se desvaneció y quedó reducida, otra vez, a cuatro paredes. Las revistas más populares solo hablaban de feminidad en casa, buenas madres, buenas esposas, cocina y crianza de los hijos. Las mujeres amas de casa, extrañamente, eran más jóvenes que en los años treinta y cuarenta. Lo más importante era tener hijos entre más mejor.

En 1954, los editores de McCall’s acuñan en concepto de “fusión familiar”, un compartir de los hombres con las mujeres esos trabajos “domésticos y rutinarios”, varias fueron las críticas a esta ilusión, al final parecía que al hacer partícipes de los trabajos del hogar, los hombres también asumirían el mando de ella, haciendo a un lado a las mujeres y surgen preguntas como ¿esta fusión familiar, podría de alguna forma compensar a las mujeres la pérdida de su mundo exterior? ¿Podría inspirar algún objetivo nuevo en la vida de las mujeres?

Sin lugar a dudas, todas las revistas dedicadas a las mujeres, donde se hablaba de cocina, cuidado de los hijos, esposas ideales, habían creado un nuevo tipo de ama de casa, era la creación masculina, puesto gran parte de los escritores y directores de estas revistas eran hombres.

Sin embargo y a pesar de la fuerza de la mística de la feminidad, Friedan se preguntaba ¿esta imagen o información mediática podría cambiar a todo un país y hacer que las mujeres vuelvan a ocupar el rol de amas de casa?

La crisis de la personalidad de la mujer

Después de un largo recorrido, diálogos con mujeres y entrevistas, Friedan se da cuenta que la mística de las mujeres incluso hacía que se ignore los problemas de personalidad, si se les preguntaba a las mujeres ¿quién eres? La respuesta era siempre la misma “yo soy la esposa de mi marido”, “yo soy la madre de mis hijos” sin embargo esto va más allá, es más profundo.

Lo que se afirma es que los medios tuvieron gran influencia en esa crisis puesto que fueron los encargados de vender estereotipos de mujeres falsas y buenas amas de casa, aquellas mujeres que acompañan al marido a la puerta de la casa y los despedían con un beso, ellos salen a trabajar y ellas se quedan en casa asumiendo su papel, amas de casa, sin embargo como dice la autora, las mujeres estaban cansadas de lo mismo, necesitaban otros modelos que las ayuden a encontrar su personalidad.

Se vivió una serie de confusiones y una de ellas fue la confusión en la vida de las mujeres jóvenes que no querían parecerse a sus madres, pero querían ser chicas comunes y populares. Al parecer, el verdadero problema por el que han cruzado estas mujeres fue una falta de un modelo individual. Este hito ha sido analizado y se le ha dado muchos nombres como “discontinuidad” en la evolución cultural, “crisis misional” de la mujer.

La mística de la total feminidad, terminó induciendo a las mujeres a ser amas de casa, el objetivo estaba centrado en la enseñanza de descubrir la vida del intelecto, buscar la verdad y ocupar un puesto en el mundo.

Para Friedan el fondo del problema por el que las mujeres estaban viviendo no era sexual, era algo más profundo, era de personalidad, una interrupción, una atrofia de su desarrollo, en el pasado no se les permitía a las mujeres aceptar o satisfacer sus necesidades sexuales básicas, en ese momento no se les permitía satisfacer las necesidades básicas del crecimiento y exigencias como ser humano.

Esta crisis también la habían sufrido los hombres por falta de un modelo de hombre a quien imitar, sin embargo este problema no había sido recocido en las mujeres, por las conveniencias y la nueva mística de la feminidad.

Las mujeres estaban pasando por una crisis de personalidad y por primera vez habían reconocido, lo peor es que este problema había pasado de generación en generación. Según la autora, las mujeres debían pasar por esta crisis y debían sufrirla hoy en día, para llegar a ser completamente humanas, como dice la mística.

El viaje apasionado

La necesidad de una nueva personalidad fue lo que hizo iniciar un viaje apasionado, incomprendido fuera de las fronteras del hogar.

Cuando se comenzó a hablar de feminismo, hace muchos años atrás, causó burlas entre los hombres atribuyendo a esta corriente el deseo escondido que tenían las mujeres de pretender ser hombres, pero esta búsqueda de la personalidad ha llevado a estas mujeres a trazar nuevas rutas, tenían que demostrar que las mujeres eran seres humanos y no un espejo pasivo, decorativo e inútil, tenían que luchar por sus derechos y ser iguales a los hombres.

Las feministas de aquella época decían que antes de educar a sus hijos, tenían que educarse a ellas mismas, que antes de vivir y de amar, de ser esposas y madres tenían que luchar por los derechos. Esta revolución feminista tenía que luchar, por la simple razón, que siempre se las puso en un lugar inferior al de su propia capacidad. Y se luchó a pesar de las críticas y los malos tratos, como sucedió con Fanny Wright, hija de un noble escocés y Ernestine Rose, hija de un rabino, a las que trataron como “ramera roja de la infidelidad” y “mujer mil veces más baja que una prostituta”.

Este grupo de mujeres era llamadas “monstruos antinaturales”, voraces, devoradoras de esto se va creando el mito, de que una vez las mujeres rompieran esa dependencia, dada por Dios, se destruiría el hogar y los hombres serían esclavos. Según la autora lo que la terminología sexual oculta es el hecho de que el movimiento feminista fue una revolución, causada por la degradante realidad de las mujeres, una esclavitud disimulada, que hacían de las mujeres simples objetos de vitrina.

Si nos transportamos muchos años más atrás podríamos hacer referencia a François Poulain de la Barre[3], uno de los precursores de los movimientos de hombres pro feministas, en su libro “la igualdad de los sexos”, pone en manifiesto una serie de “características – cualidades del espíritu” que hace de la mujer igual, pero diferente al hombre.

¿Por qué las mujeres no participaban de las ciencias?, de la Barre responde, porque estaban muy ocupadas en los trabajos domésticos, ellas cumplían un rol, “ocuparse de su hogar y en eso encontraban suficiente trabajo”. Sin embargo, hubo mujeres que si accedieron a discusiones y escritos de los sabios, con cierto temor a ser mal vistas.

Privadas de las ciencias, en aquellos años, pero no de las frivolidades que las hacen ingresar al mundo de la moda, un mundo en el que el mismo hombre las introduce, las convierte en el perfecto objeto del deseo. Mientras que los celos e inseguridad generan la prohibición a las ciencias, la belleza física las convierte en visibles. Bellas y llenas de adornos, hacen que se mantengan entretenidas para no pensar en otras cosas y sobre todo, muy lejos de ser rivales intelectuales de los hombres.

¿Diferencias entre los sexos marcan roles?, si revisamos el libro “la construcción del sexo” de Thomas Laqueur [4], después de navegar por una serie de visiones sexuales, en el lenguaje y la carne nos dice que Galeno en el siglo II después de Cristo, desarrolló un modelo muy aceptado y duradero de los órganos reproductores masculinos y femeninos, demostrando que las mujeres eran hombres carentes de calor vital, es decir de perfección, aún el siglo XIX se siguió manejando esta teoría: Las mujeres son hombres con los órganos dentro: la vagina sería el pene interior, los labios como el prepucio, el útero como el escroto y los ovarios como testículos.

El año 1803, uno de los fundadores de la antropología moral, Louis Moreau[5], se opuso ante tal teoría y sostuvo que las mujeres y hombres son sexos diferentes, “distintos en todos los aspectos imaginables del cuerpo y del alma, en todos los aspectos físicos y morales”. Ojo sostuvo diferencias físicas marcadas, cada quien con lo suyo, pero nadie dijo que deberían ser inferiores a los hombres o no gozar de los mismos derechos.

Después de todos estos antecedentes y ante dichas vulneraciones de los derechos de las mujeres, el feminismo se extendió con mujeres como Lucy Stone [6] quién luchó por la abolición de la esclavitud y a favor de los derechos de las mujeres y junto a ellas nombres como Mary Wollstonecraft [7] quien en el libro “Vindicación de los derechos de la mujer”, sostiene que las mujeres no son por naturaleza inferiores a los hombres, sino que esto se debió a que no han tenido acceso a una educación adecuada.

Además señala que las mujeres vivieron una educación falsa por lo tanto un florecimiento estéril, a falso se refiere que las mujeres leyeron libros escritos por hombres y para hombres, con un propósito: hacer de las mujeres damas seductoras, esposas y madres afectuosas, cariñosas y racionales, distorsionado la comprensión del sexo, haciendo que muchas mujeres civilizadas hasta nuestros días, tengan como principal deseo y objetivo: inspirar amor; cuando debieran tener más ambiciones exigiendo derechos y respeto a sus capacidad y sus virtudes.

En el gobierno del mundo físico, la autora es clara en señalar que, evidentemente hay una diferencia, los hombres son más fuertes que las mujeres, pero no contentos con esta preeminencia natural, se empeñan en convertir a las mujeres en objetos atractivos.

Junto a ella también están Margaret Fuller[8], Elizabeth Cady Stanton[9], Ernestine Rose[10], todas estas mujeres no eran devoradoras de hombres y tampoco tenían un aspecto varonil. Las feministas, que habían combatido contra estas condiciones, se libraron de ese desprecio y tuvieron menos motivos de envidiar a los hombres.

Durante un siglo de lucha, al final dieron sus frutos, obteniendo el derecho a la igualad de educación, hablar en público y tener bienes propios, a trabajar y tener control de sus ganancias, sin embargo aún quedaba un lago camino, puesto que se había logrado algo, pero no el voto por lo que estaban fuera del poder de decisión.

Después de huelgas contra intolerables condiciones de trabajo, al final la batalla por el voto se ganó gracias a un creciente número de mujeres de carrera dirigidas por Carrie Capman Catt [11], maestra y periodista cuyo esposo apoyaba firmemente su lucha.

En 1920, para pesar de muchas, el feminismo ya era algo pasado, finalizó con el derecho al voto. En los treinta y cuarenta, las mujeres luchaban por otros ideales, como los derechos humanos, la libertad de los negros, oprimidos, víctimas de Hitler, pero nadie se acordaba de los derechos de las mujeres. El mito no había desaparecido, todas las que intentaban mostrar independencia o iniciativa eran tratadas despectivamente.

“Feminista y mujer de carrera”, se habían convertido en insultos

Las mujeres que habían nacido en los años de lucha de las feministas, habían llegado a un punto crucial de su personalidad, rebasaron el modelo antiguo y podían decidir ser las “traga-hombres”, “mujeres de carrera”, o esposas y madres abnegadas. Sin lugar a dudas muchas escogieron el camino equivocado.

El solipsismo sexual de Sigmund Freud

Según la autora, para la mujer moderna de la época era mucho más difícil discutir la nueva mística que los viejos prejuicios, puesto que los agentes de la educación serían los principales enemigos, y porque la naturaleza freudiana la inhabilita a su discusión, ese terreno sagrado donde solo tenían cabida los sicoanalistas.

No se pone en duda la genialidad fundamental de los descubrimientos de Freud pero para la Friedan, lo importante es su utilización, no como terapia sino en la forma en que había entrado en las vidas de las mujeres norteamericanas.

Una teoría anticuada, así la define Friedan, porque insistió en que hay que liberarse de una moralidad represiva para complementar el desarrollo sexual y construyó una parte de la ideología de la emancipación femenina, mucho de lo que Freud describía como característico de la naturaleza humana universal eran solo características de ciertos hombres y mujeres europeos de clase media, a finales del siglo XX. Esta teoría fue rebatida por los conocimientos sabios sociólogos, aquellos que en los tiempos de Freud, no existían.

Durante los años cuarenta, los sicoanalistas y sociólogos norteamericanos habían empezado a interpretar nuevamente los conceptos de Freud a la luz de su creciente cultura, sin embargo aplicaron literalmente la teoría, sin contar que estaban viviendo en otra época y en otro contexto.

La teoría de Freud era clara daba por sentada la degradación de las mujer. El complejo de castración y la ansiedad fálica, han sido las dos ideas bases de su pensamiento, partiendo de la premisa que las mujeres son biológicamente inferiores a los hombres. Su pensamiento era que la neurosis que padecían las mujeres, tenía origen sexual.

Al final, Friedan, reconoce plenamente que la mentalidad de las mujeres está sujeta a influencias externas, pero deduce que las equivalencias entre “feminidad –pasividad” y “masculinidad-actividad” aparecen en todas las culturas y razas conocidas. Sin lugar a dudas la mujer lucha contra esa característica que la naturaleza le ha dado, adopta conductas que le indican que no está satisfecha del todo. Esta mezcla de insatisfacción y el intento de remediar es lo que llamarían “complejo de masculinidad”

Lo que la autora se niega a aceptar, y dice que es casi imposible de pensar es que dichas teorías freudianas pudieran lavar el cerebro a dos generaciones.

Conclusión

Después de un largo recorrido de investigación y conociendo a muchas mujeres y teorías, Betty Friedan, llega a la conclusión que la psicología freudiana, después de la Segunda Guerra Mundial, se convirtió más que en ciencia de la conducta humana. Se había tomado la práctica del psicoanálisis como terapia del sufrimiento, por lo que la autora sostiene que esta forma terapéutica, no habría sido la causante de la mística de la feminidad, sino recae toda responsabilidad en la obra de los escritores y directores de revistas, publicistas, promotores y detrás los divulgadores y traductores del pensamiento freudiano en las universidades, que habían inducido a las mujeres a dejarse proteger por los hombres, a reducir su vida al hogar y renunciar a su futuro.

BIBLIOGRAFÍA

- FRIEDAN, Betty (1963): La Mística de la feminidad, España. Cátedra, 2009. 472 pp.

- CAZÉS MENACHE, Daniel, GARCÍA BRAVO, Haydeé (2007) Obras feministas de François Poulain de la Barre. Edición crítica. Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades. UNAM, México. 346 pp.

- LAQUEUR, Thomas (1994): La construcción del sexo. Cuerpo y género desde los griegos hasta Freud. Madrid, Cátedra. 413 pp.

- WOLLSTONECRAFT, Mary: (1994) Vindicación de los derechos de la mujer/edición de Isabel Burdiel. Madrid: Cátedra: Instituto de la Mujer.

- Clío: hacer historia en la era digital / Biografías (en http://clio.rediris.es/udidactica/sufragismo2/biogra.htm

[1] Simone de Beauvoir, escribió este libro en 1949 y fue considerada una de las obras más relevantes, a nivel filosófico, del siglo XX. Comenzó a escribir cuando reflexionó sobre la propuesta de Jena Paul Sartre, sobre lo que había significado el amor para ella. Investigó la situación de las mujeres y en este largo ensayo abordó cómo se ha concebido a la mujer, situaciones de vivencia.

[2] La Mística de la feminidad, pag. 56

[3] François Poulain de la Barre nació el año 1647 en Francia, fue un escritor, filósofo y uno de los precursores de los movimientos de hombres pro-feministas. Convencido de la injusticia de la desigualitaria condición en que se encontraban las mujeres, escribió numerosos textos en defensa de la igualdad entre hombres y mujeres.

[4] Thomas W. Laqueur , historiador nacido en Estambul en 1945 y profesor en la Universidad de Berkely, California, fija el nacimiento del onanismo en una fecha puntual: el año 1712 y en Inglaterra.

[5] Louis Moreau uno de los fundadores de la antropología moral, en 1803, se opuso apasionadamente a los escritos de Aristóteles, Galeno y sus seguidores en el tema de las mujeres en relación a los hombres. Consideró los sexos distintos en todos los aspectos imaginables del cuerpo y del alma. Para el médico y naturalista, la relación de la mujer y el hombre era una serie de oposiciones y contrastes.

[6] Lucy Srone nació West Brookfield, Massachussets, el año 1918. Trabajó como profesora en la Sociedad Americana en contra de la Esclavitud. En sus clases abogó tanto contra la esclavitud como a favor de los derechos de la mujer. Fue la responsable de unir al movimiento a Susan B. Anthony.

[7] Mary Wollstonecraft, escritora y feminista inglesa nacida probablemente en Londres. En 1780 se marchó de su casa para ganarse la vida dirigiendo con sus hermanas una escuela durante dos años y más tarde trabajó como institutriz en Irlanda.

[8] Margaret Fuller, el primer corresponsal extranjero y el editora de reseñas de libros por primera vez en los EE.UU., nació 23 de mayo 1810 en Cambridgeport (ahora parte de Cambridge), Massachusetts, EE.UU. Fue educado en casa por su padre, el abogado y legislador , Timothy Fuller y por los diez años que estaba leyendo los clásicos en latín.

[9] Elizabeth Cad, feminista estadounidense que, junto a Susan Brownell Anthony, dirigió la lucha por el sufragio femenino en Estados Unidos. Nació el 12 de noviembre de 1815 en Johnstown (Nueva York) y estudió en el Seminario Femenino Troy. Se interesó muy pronto por los movimientos de abstinencia de bebidas alcohólicas y antiesclavistas, y gracias a estos últimos conoció a Henry Brewster Stanton, periodista y orador antiesclavista. Se casaron en 1840 y tuvieron siete hijos.

[10] Ernestine Rose, nació el 13 de enero 1810 en Piotrkow, Polonia, se opuso firmemente a la legislación de ese tiempo, que privó a las mujeres casadas en el derecho de controlar los bienes que poseían antes del matrimonio, y en la década de 1840 dirigió una unidad en el estado de Nueva York, para invertir dicha ley.

[11] Carrie Capman Catt, nació el 9 enero 1859, fue un líder del sufragio femenino y promotora de la Decimonovena Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos, que EE.UU. dio a las mujeres el derecho al voto en 1920. Catt, se desempeñó como presidente de la National American Sufragio de la Mujer Asociación y fue el fundador de la Liga de Mujeres Votantes y la Alianza Internacional de la Mujer.

4 comentarios:

  1. Buscando bibliografía sobre Betty Friedan y La mística he topado con tu blog. En realidad, sólo quería agradecerte la entrada, me ha servido de gran ayuda para aterrizar algunas de las ideas que me rondaban por la cabeza.

    Aunque siento curiosidad, has hecho el resumen sólo por placer o forma parte de algún trabajo más amplio? Por serguir leyendote... :)

    Salud!

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  2. Hola gracias por leer mi blog, este fue parte de un trabajo para una maestría que hice en Madrid, sin embargo esta lectura, debo decirlo, es muy agradable y como estas hay muchas, espero que haya ayudado. Un abrazo

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  3. Hola, estoy buscando documentación para escribir un artículo sobre La mística, ya que este año se cumplen los 50 de su publicación. Te he encontrado y solo quería darte las gracias. Un saludo feminista.

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